Ahora que en algunos puntos del país priva cierto clima de ingobernabilidad y la solución a las diferencias (políticas, ideológicas, de opinión…) es imponer la voluntad de unos por encima de la ley, de las normas más básicas de civilidad, de los derechos de otros, un grupo del gremio de la educación en Oaxaca hace lo propio y toma por sus pistolas los micrófonos de varios medios del estado. La imagen idealizada del maestro como autoridad moral, como ejemplo de rectitud, de la buena conducta, del “deber ser” estandarizado para procurar la convivencia civilizada y ordenada, se desmorona como pasó hace mucho con la figura del político que ahora es más bien sinónimo de corrupción, de ansias de poder, de producto facturado por estrategias de mercadológicas que reducen a los ciudadanos (tanto los de arriba como los de abajo, de la izquierda o de la derecha, como dirían AMLO y el "Sup") a consumidores potenciales de promesas mesiánicas, emocionalmente manipulables e intelectualmente convencionales. Enseguida uno más de los siempre ilustrativos análisis de Miguel Ángel Granados Chapa, publicado hoy en los diarios del Grupo Reforma, para tener más referencias en torno a las acciones de protesta de los profes en Oaxaca, merecedoras de un cero en conducta:
La naturaleza y la política se ceban sobre Oaxaca, con daño y perjuicio de su gente: once personas (siete adultos y cuatro menores, incluido un niño de un año de edad) murieron aplastadas por toneladas de lodo, pues se desgajó el cerro al que habían adosado sus chozas, en el municipio de Santa María Chilchotla, en
Por eso es más de lamentar el creciente deterioro de la convivencia en Oaxaca, suscitado por el enfrentamiento del gobernador Ulises Ruiz y la Asamblea popular, un agrupamiento civil cuyo eje articulador es la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de
Esa demanda ha sido reforzada por un activismo violento que no parece tener límite. Por primera vez en décadas fueron suspendidos los lunes del cerro, la Guelaguetza, acto ritual que atrae gran cantidad de turismo a fines de julio. Los activistas destruyeron el escenario y bloquearon la salida de los viajeros hospedados en los hoteles del centro capitalino. De ese modo hicieron que se ahonde la crisis económica que afecta a empresarios y trabajadores del ramo turístico, principal fuente de ingresos de la capital oaxaqueña. Desbordados todos los límites, la actual estrategia de la Asamblea se orienta a interrumpir las actividades gubernamentales, para lo cual se impide el acceso a las sedes de los poderes. Se anuncia una radicalización aun mayor, para presionar la renuncia del gobernador: se prevé la captura e incendio de autobuses del servicio público de pasajeros.
Capítulo aparte merece el embate contra medios de información. Desde el día del frustrado ataque policiaco, la movilización magisterial tomó las instalaciones de Radio Universidad. Y ahora se hallan en sus manos las de
Aparte las presiones resultantes de la movilización, la Asamblea popular acudió a dos expedientes legales para derribar a Ruiz, ante la contundente negativa del gobernador a renunciar. Inició una demanda de juicio político ante la Cámara de Diputados, y solicitó a la de senadores la declaración de desaparición de poderes y el nombramiento de un nuevo gobernador. El receso del Poder Legislativo federal, y la inminente instalación de una nueva legislatura son un obstáculo formal para que esas iniciativas prosperen.
Eso plantea a los impugnadores del gobernador el desafío de radicalizar aun más sus acciones, seguros de que Ruiz no los enfrentará con la fuerza, porque con ello sólo precipitaría su salida, o de abrir un lapso de espera para que se ventile formalmente su exigencia. Tanto se ha espesado el conflicto que, declarando su imposibilidad de cumplir sus fines renunció la Comisión de intermediación y concordia, un intento civil formado por el obispo emérito de Tehuantepec, don Arturo Lona; el artista Francisco Toledo y el padre Francisco Mayrén, coordinador de justicia y paz del arzobispado de Antequera-Oaxaca.
(Miguel Ángel Granados Chapa, “Infortunios oaxaqueños”, en Editoriales, Reforma, 4 de agosto, p. 15).
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