PERSPECTIVAS DE LA SALIDA DE CARMEN ARISTEGUI DE W RADIO




El derecho de las audiencias
Carmen Aristegui F.

Reforma, 19 enero 2008

A lo largo de los últimos 15 días he recibido una enorme cantidad de manifestaciones de solidaridad y aprecio que, desde aquí, agradezco profundamente. En blogs, foros de la red y espacios diversos, miles de personas se han pronunciado sobre la cancelación del trabajo de un grupo de profesionales -entre los que me incluyo- que desarrollaron su trabajo en W Radio en los últimos años. La brutalidad del silenciamiento ha detonado una cadena de reacciones y manifestaciones que debe ser valorada y entendida a cabalidad.

Miles de correos, decenas de artículos y comentarios radiofónicos, desplegados signados por personalidades de gran relevancia social, pronunciamientos que desde el Poder Legislativo se hicieron y una vigorosa presencia de organizaciones sociales, han hecho del tema un vértice para el reclamo. La dimensión de la protesta ha resultado inusitada y debemos detenernos para tratar de entender lo que está pasando. Sin negar que se pone de manifiesto la empatía de una audiencia con sus comunicadores, es evidente que la dimensión del fenómeno rebasa esa primera esfera.

El tema se ha convertido en un detonador de reflexiones múltiples sobre el papel y tarea de los medios de comunicación en una sociedad que pretende una vida democrática. Los análisis, protestas y reflexiones que se han generado profusamente nos hablan de una auténtica necesidad social de revisar el estado de las cosas sobre nuestros derechos fundamentales y de todo aquello que conspira para que podamos ejercerlos a plenitud.

El caso W involucra a dos poderosos grupos de comunicación, Prisa y Televisa, que hoy están siendo sancionados socialmente por haber cancelado un espacio de comunicación cuyo vínculo con su audiencia hoy queda demostrado. La cancelación de ese noticiero en el momento que había rebasado sus propios récords históricos de audiencia resulta inaceptable para quienes lo hacíamos y para los radioescuchas.

La información y el contexto disponible ha hecho que impere la idea de la censura y el ajuste de cuentas como el trasfondo del asunto. Así lo he entendido yo también. La afectación es múltiple. Además de quien esto escribe, hay un grupo de profesionales que han visto clausurado injustificadamente uno de sus espacios de expresión. Denise Dresser, Lorenzo Meyer y José Antonio Crespo vieron reducida su importante presencia pública para expresar libremente sus pensamientos, ideas y reflexiones. Brillantes periodistas y analistas como Lorenzo Córdova, Javier Cruz, Humberto Hernández Haddad, Mardonio Carballo y Tomás Granados, entre otros profesionales, han sido afectados por la decisión.

Afectados, por supuesto, son los radioescuchas que reclaman no ser tomados en cuenta. Lo verdaderamente notable es que se echa por delante un derecho no reconocido en nuestras legislaciones: el derecho de las audiencias. El derecho a recibir información que resulte confiable y el derecho a mantener un vínculo de comunicación que debe ser respetado.

El caso W Radio, marcado por la conducta de quien pide la cabeza de una periodista y de quien la entrega bajo presiones indebidas, es un hecho ominoso para la libertad de expresión. A mí no me queda duda alguna de ello. Así lo han entendido también las miles de personas que se han manifestado en rechazo a la decisión. El costo pagado por los dos gigantes de la comunicación en los últimos días por el silenciamiento de Hoy por Hoy es algo que no puede pasar desapercibido por las autoridades, ni por los legisladores ni por los ciudadanos ni por los propios medios.

El asunto nos lleva a varios temas. El primero y urgente que tiene que ver con la futura Ley de Radio y Televisión y de telecomunicaciones. Después del umbral de discusión que dejó la Suprema Corte de Justicia, los legisladores están más obligados que nunca para dotar al país de un marco legal que permita, garantice y estimule la competencia, la pluralidad, los derechos de las audiencias y de los profesionales, entre otras muchas cosas. Se trata de poner por delante el derecho de todos frente al de las grandes corporaciones. El tema tiene alcance mundial.

Una de las mayores tensiones que sobre la democracia y el derecho a la información está acarreando el modelo corporativo y trasnacional de los consorcios mediáticos es la forma en que se toman decisiones de operación y funcionamiento de los medios de comunicación. El debate se centra en si se puede o debe colocar la llamada libertad de empresa por encima de la libertad de expresión o de las libertades fundamentales de periodistas y ciudadanos.

El caso W ha tocado seriamente esa fibra. El diseño corporativo plantea o pretende hacer de la comunicación y la información un asunto entre particulares. Total, la corrieron y qué. Es un asunto de empresa. Esta mirada desconoce que en la radiodifusión estamos fundamentalmente ante un servicio público que el Estado da en concesión para que los particulares hagan negocio y generen rentabilidad pero, por encima de eso, generen un bien público. El Estado concesiona para atender y hacer cumplir el derecho fundamental de informar y estar informado. Entenderlo de otra manera justifica cualquier acción que se presente, tal y como la que silenció sin más un espacio noticioso y de expresión en la W.
Fotografía: El Universal


+ Aristegui: periodismo maniqueo
+ AMLO contra Televisa

por 2006

Por Carlos Ramírez / 1/15/2008 5:25:00 AM
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cramirez@indicadorpolitico.com.mx


Cuando supo que el periodista que estaba entrevistando escribía una biografía no autorizada de Julio Scherer García, la conductora Carmen Aristegui le dijo muy en serio: --Tú que hablas mal de Julio Scherer y yo que te miento la madre.

La conversación ocurrió apenas el año pasado, cuando Aristegui se forjaba su espacio crítico. Sin embargo, se trataba ya de un periodismo parcial, de amigos y enemigos, maniqueo, militante.
Hubo un tiempo en que Aristegui fue un espacio de pluralidad política. Acaba de dejar su cargo como consejera electoral en el DF. Y ella representaba un periodismo abierto, plural, quizá poco objetivo, pero orientado hacia la consolidación de la transición.

Pero vino luego el síndrome López Obrador. Y ahí se perdió Aristegui. Su programa de radio se parcializó. Y ella se metió en un problema de relación empresarial con los dueños de la estación W radio. Pero el asunto no fue de libertad de expresión sino de entendimiento comercial. De contrato.Tan no fue así, que su periódico Reforma , donde ella colabora semanalmente en la sección editorial, publicó la información en la sección de espectáculos.

El conflicto es más grave de lo que Aristegui ha podido dilucidar. En el fondo, se trata del establecimiento de reglas claras para mantener espacios editoriales en empresas privadas reguladas por los contratos comerciales. Es decir, que los periodistas deben establecer en sus contratos con empresas privadas las cláusulas de libertad de expresión.

El caso de Aristegui se ha politizado. Peor aún, para ella, se ha lopezobradorizado. Si se revisan todas las cartas y declaraciones de protesta, hay un común denominador: la vinculación con la estrategia de desestabilización de López Obrador. Y la razón no es difícil de dilucidar: el candidato derrotado a la presidencia de la república tiene a Televisa y al Grupo Prisa en su lista negra por haber, dice reiteradamente el perredista, conspirado contra su campaña. Y Aristegui es el la oportunidad perfecta.

De ahí que el caso Aristegui se haya salido del espacio del debate sobre la libertad de expresión en las relaciones comerciales entre una empresa y una periodista y metido en los terrenos del conflicto de López Obrador contra empresas e instituciones. Por tanto, ya no es Aristegui sino el pretexto De López Obrador para atacar a Televisa.

Por eso Aristegui ha caído en la parafernalia lopezobradorista y se ha dedicado a denunciar la existencia de un compló en su contra. Es posible que Televisa y Prisa, cada uno en sus respectivos espacios, hayan asumido la decisión de no renovarle el contrato a Aristegui por razones políticas, pero tuvieron el cuidado de darle un espacio empresarial. Y ahí Aristegui se quedó sin argumentos. Por eso ha tomado el camino de la politización de su caso y de llevarlo a la calle.

Pero Aristegui tiene muchos argumentos en contra . Por ejemplo, el periodista Carlos Loret de Mola salió de W Radio antes que ella y lo hizo sin estridencias: simplemente encontró otro espacio. Y eso que Loret era director del consorcio. Pero ahí se estableció el criterio empresarial por encima de las políticas editoriales. Y no hubo censura.

Si el caso de Aristegui hubiera sido realmente de censura, entonces habría habido una mayor protesta periodística. Pero se ha tratado de una redefinición de los criterios empresariales-periodísticos de un consorcio. Reprobables en su contexto general porque inversionistas extranjeros no llegan a abrir nuevos espacios de libertad sino a consolidar sus negocios por encima de los criterios editoriales. Otra vez oro por espejitos.

Pero ahora quieren convertir a Aristegui en la Juana de Arco de López Obrador. Y todo se reduce a un enfoque personal. Por ejemplo, la académica Denise Dresser escribió que una de las razones para creer en México es "la sonrisa de Carmen Aristegui". O los que la quieren convertir en una mártir de la libertad de expresión cuando en su trabajo en la W nunca fue censurada. Es lamentable que la W Radio y el Grupo Prisa de El País se hayan inclinado hacia el negocio y sacrificado su credibilidad editorial --habrán de pagar socialmente las consecuencias-- pero siempre dejaron a Aristegui hacer su periodismo maniqueo, funcional a López Obrador.

El caso Aristegui revela la crisis en la transición del periodismo político dentro de la democratización del país. Los periodistas y el gobierno han carecido de una estrategia para salvaguardar los espacios de libertad de prensa. Es lamentable que sea Prisa la que haya modificado criterios empresariales que afectaron políticas editoriales, cuando Prisa edita El País, ese diario que fue producto de una visión democrática del periodismo pero luego prefiriera el negocio por encima de las ideas.

Pero también es lamentable que Aristegui haya optado por el martirologio y la lopezobradorización de su problema. Lo grave de todo es que Aristegui mostró, en su entrevista con Proceso esta semana, que realmente ignora que ocurrió. Aunque ya pasó a formar parte de las mártires de la libertad de expresión. A lo mejor se trataba sólo de eso. De ser mártir.



Ajuste de cuentas
Por Jenaro Villamil

Proceso 1627, 6 de enero de 2008

En una decisión que peca contra su dios, el rating, Televisa decidió no renovarle el contrato a la periodista Carmen Aristegui, responsable del noticiario más escuchado de W Radio. A diferencia de otras ocasiones, el Grupo Prisa, copropietario de la estación y proclamado defensor de la modernidad informativa (en Europa), avaló ese acto de censura y venganza política.

Tras cinco años al frente de la conducción de Hoy por Hoy, después de año y medio de tensiones con Televisa y de una efímera defensa del consorcio español Promotora de Informaciones, S.A. (Prisa), que finalmente cedió a las presiones, la empresa W Radio decidió suspender abruptamente el contrato con la periodista Carmen Aristegui, bajo el pretexto del "proceso de renovación, actualización y expansión" de la estación y de "un nuevo modelo de organización y trabajo" que está implantando en otros 10 países.

Para Carmen Aristegui se trató de un último intento por vulnerar la autonomía editorial de su noticiario, mientras que sus colaboradores Denise Dresser y Lorenzo Meyer coincidieron en que se trata de un "contragolpe" y de un "ajuste de cuentas" en contra de la periodista y del espacio informativo que en menos de dos años se convirtió en un punto de referencia crítico, plural y profesional, además del noticiario más escuchado en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, según el último reporte de la empresa INRA, especializada en medición de audiencias de radio. "El modelo editorial que la empresa quiere no es compatible con el que yo he defendido, y la empresa decidió no renovar el contrato, después de cinco años de mi participación", afirma Aristegui al ser consultada por Proceso. "La otra opción hubiera sido aceptar un modelo en donde las decisiones editoriales no estuvieran a mi cargo. El convenio original, que se firmó desde que estuvimos Javier Solórzano, Carlos Loret de Mola y yo al frente de los espacios noticiosos, era entre una empresa y nosotros como periodistas. Iba implícito el respeto a los criterios periodísticos", añade.

La periodista subraya que no se trató de una decisión "estrictamente mercantil", porque el noticiario estaba en su mejor momento de audiencia, por encima incluso de los segmentos informativos de Radio Fórmula."En este país no nos chupamos el dedo. Nadie puede suponer que son razones de control de calidad. Y si no son razones comerciales, entonces son razones políticas y son profundamente deleznables", afirma a su vez el historiador Lorenzo Meyer, analista permanente de Hoy por Hoy, al comentar la salida de Carmen Aristegui. "Lo que vemos es la respuesta de la empresa que entregó la cabeza de Carmen y ha disminuido el pluralismo informativo", agrega Meyer, quien describió el hecho como un "ajuste de cuentas" de Televisa, del gobierno de Felipe Calderón y con una gran responsabilidad del Grupo Prisa, "una empresa que presumía modernidad europea pero, como vimos en su cobertura de las elecciones de 2006, entre un periódico como La Crónica de Hoy y El País no existen diferencias". Meyer subraya la responsabilidad política del presidente Calderón en un creciente clima de intolerancia y censura a los informadores, e incluso precisó que en la dirección editorial de Prisa en México se encuentra uno de los cuñados del primer mandatario, Juan Ignacio Zavala. Denise Dresser coincide en que se trata de un "ajuste de cuentas" y de un "contragolpe" de Televisa contra la periodista, después del golpe que el consorcio recibió cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación decretó que aspectos medulares de Ley Televisa eran anticonstitucionales y luego de que el Congreso aprobó este año la prohibición de compra de tiempo-aire para fines políticos electorales. "Este es un efecto perverso de la concentración mediática y de la falta de competencia. Carmen se había vuelto incómoda no sólo para Televisa, sino para los otros medios electrónicos, a raíz de la reforma electoral", reflexiona Dresser. La analista política recuerda que el presidente Calderón estaba "muy molesto" con Aristegui durante la campaña electoral, pero subrayó que el "contragolpe" de Televisa es un mensaje también para Los Pinos: "Así como intentan callar la voz de Carmen, que Calderón recuerde que también fue presionado por las televisoras para no aprobar la reforma electoral".

Para José Antonio Crespo, aún no está claro si se trata de un caso de autocensura de Televisa o de una orden de censura directa de Los Pinos. Esto se definirá, agrega, "si ninguna otra empresa radiofónica le otorga un espacio informativo a Carmen". En todo caso, dice, "su salida genera un hueco enorme en materia de análisis crítico, independiente y de información que no se basaba en las versiones oficiales".La "cobardía" "Hay otra aspecto preocupante de la salida de Carmen: la presión política de Televisa fue tan eficaz que logró que el Grupo Prisa cediera", reflexiona Denisse Dreser, en clara referencia al cambio del consorcio español que en tres ocasiones distintas defendió a Carmen Aristegui frente a los intentos de censura de Televisa. Una de esas ocasiones fue en noviembre de 2006, cuando se incrementaron los rumores de una posible salida de Aristegui de W Radio. En esa ocasión intercedió por ella José Luis Cebrián, directivo de Prisa, quien le advirtió a sus socios de Televisa: "Si tocan a Carmen, tocan también a Prisa". El mismo mes de noviembre, Aristegui recibió en España el premio Ondas, otorgado por ese consorcio mediático, propiedad de la familia Polanco. Distintos observadores interpretaron que este reconocimiento era una manera de "blindarla" ante un posible ataque de Televisa. Ahora, sin embargo, el exsenador y presidente de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información (Amedi), Javier Corral, considera que la actitud de Prisa refleja una actitud "igual de miserable que la de sus socios y son peor de cobardes que el peor de los empresarios nuestros, porque navegan en el esquema de la inversión neutra". Promotor de una apertura para la inversión extranjera en materia de medios electrónicos, Corral reconoce que el caso de Aristegui y W Radio lo ha llevado a replantear esa posición porque Prisa está demostrando que tiene prácticas mercantiles y de censura iguales a las del monopolio televisivo mexicano.

"Creímos que Prisa era otra cosa, porque piensas en personajes interesantes, como José Luis Cebrián o Alex Grijelmo, pero ya muerto el viejo Jesús Polanco, se verifica que los juniors se entienden con los juniors", afirma Corral, en clara referencia a la sociedad entre el hijo de Polanco y Emilio Azcárraga Jean. "Prisa manda una muy mala señal de endurecimiento informativo. Están cerrando espacios y eliminando una plataforma de expresión donde los temas de la reforma a los medios se podían tocar", indica el exsenador panista y promotor de la acción de anticonstitucionalidad contra la Ley Televisa. Un comunicado de la AMEDI advierte que la decisión del Grupo Prisa, responsable de administrar los contenidos de las radiodifusoras de Televisa, "confirma los riesgos que ocasiona la concentración de muchos medios en pocas manos". "El acaparamiento de frecuencias radiofónicas y televisivas en unas cuantas empresas se ha convertido en uno de los diques más importantes para el desarrollo de la democracia en este país. Esa concentración puede significar restricciones para la libertad de expresión como la que, en la práctica, está ocurriendo con la supresión del programa de la periodista Carmen Aristegui", destaca el texto de la AMEDI. –¿Se trata de un caso de censura? –se le pregunta a Corral.–Sin duda alguna. Es una cancelación a la libertad de expresión. Ahora lo quieren llamar incompatibilidad editorial, pero es censura. Es una decisión que refleja una enorme falta de respeto a las audiencias. Corral precisa que la AMEDI envió su comunicado en la tarde del viernes a la dirección editorial de Prisa en España, específicamente a Juan Luis Cebrián. Al momento de la entrevista aún no había una respuesta.Historia de acosoDesde abril de 2006, fecha en que se discutió y aprobó en el Senado la Ley Televisa, Aristegui se convirtió en una periodista incómoda para la empresa por entrevistar a los senadores que criticaban esta legislación.

Durante el proceso electoral, la periodista dio un seguimiento puntual a escándalos como el de la empresa Hildebrando, propiedad del cuñado del entonces candidato presidencial panista Felipe Calderón y hermano de Juan Ignacio Zavala, actual responsable de la operación del Grupo Prisa en México. La cobertura de Carmen Aristegui se vio con malos ojos en el equipo de campaña del PAN y entre los directivos de Televisa. Ante sus más allegados, Emilio Azcárraga Jean consideró a la periodista como una "traidora" por criticar la Ley Televisa, y así lo hizo saber en el último brindis de 2006. La primera represalia de Azcárraga Jean contra Aristegui se produjo en octubre de 2006, cuando suspendió del sistema de televisión satelital Sky, propiedad absoluta de Televisa, la transmisión del noticiario radiofónico de Aristegui en W Radio. Sin informar a sus suscriptores y alegando "fallas técnicas", Televisa hasta ahora no ha restablecido la señal de W Radio, que originalmente se transmitía en el canal 629.El 6 de octubre de 2006, Aristegui comentó la situación en su espacio informativo: "¿Tenemos Sky? No tenemos Sky. ¿Cuántos días llevamos sin Sky? Miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo… nueve días. Bueno, esperemos que los especialistas y técnicos de Sky puedan resolver pronto esta situación técnica que, han avisado, es la que motiva nuestra salida del aire en estos días." Nunca se restableció la señal. También en la página de W Radio en internet ocurrieron constantes "fallas técnicas" relacionadas con el espacio informativo de Aristegui.Durante 2007 Hoy por Hoy se convirtió en un punto de referencia informativa por el seguimiento del escándalo del gobernador poblano Mario Marín y del empresario textilero Kamel Nacif, acusados de coludirse para arrestar a la periodista Lydia Cacho, que denunció las redes de pederastia que involucraban a Nacif y a políticos priistas. Así mismo, Aristegui informó sobre el caso de la indígena Ernestina Ascencio, presunta víctima de violación tumultuaria por un grupo de militares, a pesar de que el presidente Felipe Calderón adelantó que murió por "malestar gastrointestinal".

Los intereses de la alta jerarquía católica se confrontaron también en Hoy por Hoy, al ventilarse las denuncias contra el sacerdote Nicolás Aguilar, acusado de pederastia y protegido por el cardenal Norberto Rivera. Para Televisa y buena parte de los concesionarios, "la gota que derramó el vaso" fue la actitud crítica de Carmen Aristegui ante la reforma constitucional en materia electoral.En su artículo "La reforma", publicado en el periódico Reforma el 14 de septiembre, tres días después del reality show protagonizado por comentaristas y concesionarios frente a los senadores que aprobaron la reforma electoral, Aristegui se deslindó de las críticas de otros comunicadores de medios electrónicos. Señaló: "Me pronuncio en contra del despliegue de fuerza e intimidación que se ha desatado en el más amplio espectro de los medios en el país en contra de los poderes establecidos, particularmente los del Congreso, por razones que distan mucho de las esgrimidas en esta pretendida cruzada libertaria. Me preocupa el tufillo golpista que percibo en algunos de mis colegas. No comparto en modo alguno la idea de que esta reforma constitucional ponga en riesgo ni mi libertad ni la de ningún ciudadano de este país, para expresar opiniones de ningún tipo". Los signos más preocupantes de un cambio en W Radio frente a la autonomía editorial de Carmen Aristegui se produjeron tras la llegada de Daniel Moreno como responsable del área de noticias, y del español Javier Mérida, responsable de Televisa Radio. Esta decisión provocó que Carlos Loret de Mola anunciara el 26 de septiembre del año pasado que abandonaba la estación, donde era el responsable del noticiario vespertino, para incorporarse a la emisora 104.1 FM, de Radio Fórmula. "Hubo cambios en el área de noticias, llegó al frente de Televisa Radio Javier Mérida, y Daniel Moreno, con un proyecto que me parece bueno, pero en el que yo ya no iba a tener las mismas funciones que ahorita, la misma capacidad de maniobra con respecto a dar las noticias", explicó Carlos Loret de Mola en declaraciones a Reforma.

El golpe finalEl golpe final contra Carmen Aristegui se produjo después de la salida de Carlos Loret de Mola, de cambios en la programación (en especial, la salida de Christian Ahumada, creador del personaje El Duende, y del periodista Salvador García Soto, ambos colaboradores de El Weso). Antes de que terminara 2007, la empresa le comunicó a Carmen Aristegui, a través de Daniel Moreno, una serie de "observaciones" y le advirtió que tenía que cambiar el modelo editorial del programa.La versión oficial, difundida a través del comunicado de W Radio, señala que "lamentablemente, tras un año de conversaciones no hubo posibilidad de un acuerdo entre ambas partes para incorporar a Carmen Aristegui a este modelo en México, basado en el trabajo en equipo y el derecho a la información plural y que obtiene el liderazgo de audiencia en todos los países". El comunicado presumió que este mismo modelo "de organización y trabajo" funciona en otros 10 países donde Unión Radio, propiedad de Prisa y a la que pertenece W Radio, tiene estaciones "donde profesionales de la categoría de Darío Arizmendi y Julio Sánchez Cristo, en Colombia; Iñaki Gabilondo y Carlos Francino, en España; Víctor Hugo Morales, en Argentina, y Max Aub, en Estados Unidos, trabajan con profesionalidad y absoluta libertad". En su última emisión, el 4 de enero, Carmen Aristegui informó que no se trataba de pláticas de más de un año, sino de una decisión de la empresa para no renovar su contrato. Esta decisión se tomó la tarde del jueves 3. El golpe final se había dado. Prisa cedió finalmente a las presiones de Televisa. En Los Pinos no se hizo ningún comentario. En el Senado se discute un posible punto de acuerdo sobre el caso para la próxima semana, a propuesta de Yeidckol Polevnsky .


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