Los sonidos de Pocajú *

En algunas radios universitarias y culturales aún operan a contracorriente formatos musicales alejados del mainstream de las frecuencias comerciales. Las opciones para escuchar algo más que pop, ese género que se prostituye exitosamente por igual con la banda que con la música formal, encuentran su mejor nicho en las estaciones permisionadas e incluso en Internet, un medio que les sirve de extensión a éstas y a otras propuestas que difícilmente cabrían en una radio que sólo vive de fórmulas probadas –y desgastadas- para sostenerse.

Todos los sábados, desde la mítica isla de Pocajú, se liberan los sonidos que genera la PKJU Radio Internacional. Esto es posible gracias a la antena de Ibero 90.9 (FM), la emisora de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México que toma la señal de esa radio que transmite en 35 idiomas para más de 45 países.

El programa bautizado con el nombre de la imaginaria región ofrece un panorama inusualmente diverso de la música, el cual retoma muestras extraídas de la fonoteca del Marajá de la isla pero también sonoridades de diversos puntos del globo. En dos horas de transmisión los sábados, de 11:00 a 13:00, hace un recorrido que va de los sonidos orientales a las más variadas vertientes de la música latina.

El equipo de la comunidad PKJU para las transmisiones en castellano, conformado por Melissa Suárez del Real (en Madrid), Mónica Schwartzman, José Luis Aragón, Uriel Waizel y Edén Bernal (en la Ciudad de México), se da a la tarea de armar la emisión en la que cada uno, de manera intercalada cada semana, se responsabiliza de producir una hora con su particular sello personal, teniendo de base siempre la música y la saga alrededor del pueblo pocajuta. Así por ejemplo, Uriel suele programar música atípica, le gusta compartir los micrófonos con invitados especiales de diferentes lenguas y, por consiguiente, doblar al español los programas.

A Melissa, por su parte, le gusta hablar sobre la mitología, la historia y la música pocajutas. Ella, quien es la más experta en estos aspectos, comenta algunos datos de contexto sobre la isla: “se trata de un pueblo mestizo. En un principio los únicos habitantes eran una etnia de indígenas blancos; un grupo de navegantes noruegos que en el siglo V a.c. se perdieron durante una tormenta y se salvaron gracias a que uno de ellos reconoció en un salmón bífido la promesa de tierra firme. Fue así que llegaron a Pocajú los primeros pobladores”. Y añade: “su cultura tiene que ver con la abundancia y la variedad, las mezclas insólitas. Las sonoridades van desde el chocar de dos cocos hasta un piano compuesto percutido con la pluma de un quetzal. (Es un pueblo) obsesionado con el baile, la música, la playa y la alta gastronomía”.

Pero no se vaya a creer que este sitio es ajeno a los problemas que ocurren en cualquier lugar donde hay convivencia humana. De hecho, según explica Melissa, tener un marajá complica las cosas un poco, si bien no pasan de ser una proyección caricaturizada o simplificada de los que pasa en los países más populares por altos índices de corrupción, inseguridad, pobreza y contaminación, como México. “En los últimos hechos recordamos el cambio de lugar de la fuente de los decibeles, la prohibición de la tanga masculina, la extinción de las atolondras (las aves más estúpidas del mundo), el incendio del Malambó dancing club o el destape de los Expedienes M de la isla (aquí nos enteramos de que durante la próspera década de los 50 el Marajá llevó a cabo una inmensa puesta en escena para disfrazar las ricas costas de Pocajú de una tierra miserable y llena de chabolas para cesar así la inmigración)”, cuenta la conductora.

Con todo, un lugar en el que la música y el baile son una forma de vida, no puede más que deparar una selecta programación sonora sólo apta oídos atentos y exigentes. Si no vives en la Ciudad de México, puedes escuchar a Pocajú a través de www.ibero909radio.com

* Colaboración que publiqué en el más reciente número de la revista Replicante, dedicada a la música.

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